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Antonia María de Oviedo y Schönthal

Yo quiero que mis hijas vean en ellas la imagen del Redentor

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Orígenes

En 1819 se casaban en Laussana (Suiza) Antonio M.ª de Oviedo y Oviedo y Susana Schönthal y Favre. 

Perteneciente a una familia de comerciantes sevillanos, el joven Antonio M.ª, emigró a Suiza huyendo de la guerra de la Independencia española (1808-1816 guerras napoleónicas). En Suiza es acogido por la familia Schönthal. Susana, era la hija pequeña de la familia. 

El amor surge entre los dos jóvenes.

Primeros pasos

Antonia M.ª de Oviedo Schönthal nace el 16 de marzo de 1822 en Laussana. Es la segunda hija del matrimonio, su hermana Filomena había fallecido al poco de nacer. Fue bautizada en la capilla de san Esteban con los nombres de Antonia M.ª Victoria Juana. 

Su infancia transcurre dedicada al estudio y formación en su ciudad natal y en Friburgo. Un periodo marcado por la muerte de su padre en Londres en 1835.

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Institutriz

A los dieciséis años, Antonia M.ª comienza a trabajar como institutriz de Rosalía Caro, hija de los marqueses de la Romana, familia aristócrata española exiliada en Suiza. Reside durante este periodo en Ginebra, Milán y Florencia junto a la noble familia española.

Un par de años después regresa a Friburgo y abre un pensionado para mujeres jóvenes. Antonia M.ª les brinda acompañamiento y educación hasta que la guerra de Sonderbund amenaza la vida de la zona. Antonia M.ª debe cerrar el pensionado y buscar otro horizonte. â€‹

Junto a la familia Real española

En 1848 mientras su madre moría inesperadamente en Suiza, Antonia M.ª se traslada a Madrid y comienza a trabajar para la familia Real española. Antonia se hará cargo de la educación de las tres hijas de M.ª Cristina de Borbón, madre de la Reina Isabel II, y su segundo marido, el duque de Riansares.

Durante 12 años, Antonia M.ª acompañará con amor la educación de Amparo, Milagros y Cristina, hijas de la Reina madre. Un periodo extenso y significativo en su vida, en el que vivirá el exilio en Francia junto a la familia Real.

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José María Benito Serra

Antonia M.ª conoce a José M.ª Benito Serra durante su estancia con la familia Real. Monje Benedictino, misionero en Australia y Obispo, José M.ª Benito Serra, se convierte con los años en un gran apoyo y aliado para Antonia M.ª. 

A la finalización de su trabajo con la familia Real coinciden en Roma donde colaborarán en la Obra Apostólica, institución que recaudaba fondos y materiales para las misiones.

La ciudad de Madrid y la realidad de las mujeres en situación de prostitución, será el punto de encuentro definitivo de estos dos amigos.

Las mujeres en situación de prostitución

La ciudad de Madrid del siglo XIX experimenta un aumento demográfico importante motivado por el éxodo rural. La realidad de la prostitución se hace visible en la ciudad, siendo una alternativa de supervivencia para las mujeres más vulnerables.

El Hospital de San Juan de Dios, situado en la calle Atocha, reunía en una de sus salas a mujeres jóvenes que habían enfermado por el ejercicio de la prostitución. A la salida del hospital, las mujeres que deseaban huir de este contexto de violencia y exclusión no encontraban recursos de apoyo y debían volver a ejercer prostitución. 

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Frente a la Virgen del Buen Consejo

José M.ª Benito Serra escucha a las mujeres en el Hospital, siente que debe hacer algo para ellas. Piensa en su amiga Antonia M.ª de Oviedo, entre los dos podrían ofrecer una alternativa liberadora a las mujeres.

Inicialmente Antonia M.ª no cree que sea su lugar, las mujeres que ejercían prostitución parecen muy lejanas a su mundo. Sin embargo, como mujer de fe, es capaz de abrir su corazón a sus vidas. Junto a la Virgen del Buen Consejo, en la catedral de San Isidro, hace silencio, escucha y se siente llamada a comprometerse con estas mujeres.

Ciempozuelos, 1864

José M.ª y Antonia M.ª comienzan a soñar y hacer realidad el nuevo proyecto cuya finalidad es ofrecer un lugar de acogida, encuentro y alternativas de vida, a las mujeres que no quieren volver a la prostitución.

El 1 de junio de 1864, alquilan una casa en el pueblo de Ciempozuelos, Madrid. Pocos días después llegan las dos primeras jóvenes, María de 24 años, natural de Burdeos, y Josefa, de 15 años, de Madrid.

Al finalizar el primer año son 12 las mujeres acogidas. Un año después, la casa se queda pequeña y con mucho esfuerzo compran un antiguo convento alcantarino que se convertirá en el Asilo de Nuestra Señora del Consuelo.

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1870
Oblatas del Santísimo Redentor

El 2 de febrero de 1870 Antonia M.ª de Oviedo y Trinidad Carreño, visten el hábito como primeras hermanas Oblatas del Santísimo Redentor. Este mismo año, en diciembre toma el hábito Gertrudis Conde.

Nace en la Iglesia la Congregación de Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor, cuyo carisma y misión es abrir caminos de liberación a mujeres en contextos de prostitución.

 

El sueño crece

La segunda fundación de la Congregación, tiene lugar en Vitoria el año 1876; Ambrosia Olavide solicita adherir el Asilo que ella misma dirigía.  Poco después los fundadores inauguran el tercer Asilo de la Congregación en Benicassim (Castellón). Y así poco a poco Oblatas va extendiendo su red de acogida por Valencia, Madrid, Tortosa, Santander, Murcia, Tarragona, Valladolid, etc.

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Una vida entregada

El 28 de febrero de 1898, en Ciempozuelos, fallece Antonia M.ª de Oviedo, después de treinta y cuatro años de vida Oblata. La acogida incondicional, el profundo respeto y la mirada de esperanza sobre cada una de las mujeres acogidas, serán ejemplo para todas las personas que le rodearon.​

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En 1962 la Iglesia le reconoce como Venerable.​

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